BUEN USO DEL INTERNET

La tecnología transforma nuestras formas de socialización y es difícil adaptarse. Como sociedad, esto nos causa resistencia porque no sabemos qué hay al otro lado. Y atrapados en el medio están los niños: ellos ya están al otro lado, pero sus padres no, y eso genera una sensación de tenerlos fuera de control.
No hay tal cosa como navegación segura, ni debería haber esta preocupación draconiana por proteger a los niños de lo que pueden ver en Internet. No comprendo, me desafía esta noción de escudarlos de “palabras clave” que puedan ser dañinas para su formación. Filtrar que no puedan buscar en Google la palabra “sexo” es estúpido. Si el niño la está buscando, es porque quiere ver sexo, o porno, o algo similar, y si realmente quiere verlo, encontrará una manera no contemplada en el filtro.
Por lo demás, un recordatorio: el mundo no es color de rosa. Hay cosas “feas” y que no pueden gustarnos, y el niño tiene que verlas igual. En Internet es igual, pero a la enésima potencia. De la misma manera que no deberíamos enseñarle a los niños que hay cosas “prohibidas” de las que no se puede hablar, deberíamos hacer un esfuerzo por explicarles cómo comprender estos fenómenos extraños, ponerlos en contexto y quitarles así la mística que los hace, justamente, tan apelativos.
No hay un “buen uso de Internet” porque nadie es capaz de definir lo bueno, ni mucho menos de convertirlo en filtros de contenido. Filtrar el sexo implica filtrar la educación sexual. Por lo demás, es el único ejemplo del que se habla: el objetivo principal de estos programas es que los niños nunca descubran que son criaturas potencialmente sexuales, y que existe una dimensión del cuerpo que en algún momento descubrirán de todas maneras, pero con menos herramientas para comprenderla.
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